El 24 de abril “Día de Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos”, se recuerda el horror del genocidio sufrido por el pueblo armenio a partir del año 1915.
La fecha evoca el intento por parte del Imperio Otomano de exterminar al pueblo armenio. En la noche del 23 de abril de 1915, y durante toda la madrugada del día 24, cientos de intelectuales, religiosos, profesionales y ciudadanos de ese origen fueron despojados de sus hogares y deportados, para ser posteriormente asesinados. El 24 de abril resume simbólicamente todos aquellos crímenes de lesa humanidad, que las fuerzas del impero turco-otomano cometieron en perjuicio del pueblo armenio con anterioridad a esa fecha.
El recuerdo del Genocidio Armenio nos interpela en tiempo presente sobre las consecuencias que pueden generar la intolerancia y el racismo y nos invita a reflexionar sobre el significado del respeto entre los pueblos y las personas. Asimismo, nos permite pensar en otras situaciones de violencia extrema que han atravesado la historia de la humanidad.
Pese a la magnitud de estos crímenes, sólo una veintena de Estados han reconocido, mediante una resolución de carácter formal, este genocidio. Argentina es uno de ellos. Los restantes son Bélgica, Canadá, Chile, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Líbano, Lituania, Holanda, Polonia, Rusia, Eslovaquia, Suecia, Suiza, Uruguay, El Vaticano y Venezuela.
Sin embargo, la actual República de Turquía, sucesora jurídica del Imperio Otomano, no niega que las masacres de civiles armenios tuvieran lugar, pero se opone a considerar que se tratara de un genocidio. Argumentan que esas muertes no fueron el resultado de un plan de exterminio masivo que dispuso el Estado, sino que se debieron a luchas interétnicas, enfermedades y el hambre.
En 2007, nuestro país estableció al 24 de abril como Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos mediante la Ley N° 26.199. El recuerdo del genocidio armenio constituye una ocasión para reflexionar sobre las consecuencias que pueden generar la intolerancia y el racismo y nos invita a reafirmar el significado del respeto entre los pueblos y las personas. La lucha contra el negacionismo y el olvido de este u otros genocidios es clave para que se mantenga vivo su recuerdo y se convierta en memoria activa.
“Hoy recordamos con el corazón lleno de dolor, pero también de esperanza, el centenario de aquel trágico evento, de aquel atroz y descabellado exterminio que vuestros antepasados sufrieron cruelmente. Recordarles es necesario e incluso obligatorio porque ahí donde no persiste la memoria significa que el mal mantiene aún la herida abierta. Esconder o negar el mal es como dejar que una herida continúe sangrando sin sanarla”.